martes, 25 de marzo de 2008

‘Raúl Reyes', el pecador | ELESPECTADOR.COM


Cosas que llegan a uno por "manos misteriosas" imagino que dando explicaciones. Después de leer este reportaje, nos indigna más es la actitud de sus "amigos" que hoy en día, no solo se han llenado la boca justificando el avasallaje de países vecinos, el aquelarre de sangre con mano y todo, y que no perdieron el tiempo publicando su "repudio" por estos grupos; pero que cuando han tenido la oportunidad, no han dudado en recibir sus "generosas ayudas".

Como en los buenos tiempos... como en los viejos tiempos, como en los tiempos eternos de esta violencia en un pueblo ingenuo que se niega a crecer y que cree a pie juntillas por aquello del miedo genético que nos dejó la "conquista, la inquisición, la impunidad, la violencia de partidos, y ahora... las buenas amistades"
En la selva ecuatoriana, entre las pertenencias de Luis Édgar Devia Silva, tal vez nadie le prestó atención a un rosario de pepas negras con las imágenes de Juan Pablo II y de la Virgen María. El propio Raúl Reyes le había confesado a un obispo colombiano que era el mejor recuerdo de su viaje al Vaticano en la época del proceso de paz del Caguán y que lo conservaba como una reliquia porque había sido bendecido por el Papa.
Tampoco se le dio trascendencia al hecho de que el Movimiento Jesusiano de Colombia -grupo creyente en las enseñanzas de Jesucristo mas no en la Biblia y cada vez con más seguidores en las zonas de conflicto- fue el primero que se acercó al Instituto de Medicina Legal de Bogotá a reclamar el cadáver del "canciller" de las Farc.
¿No se suponía que Reyes era comunista y ateo? Pues de un santo no se trataba (ver recuadro), pero sí tuvo un misterioso lado religioso, así las últimas veces que entró a misa hayan sido, una cuando fue a Buga a sacar la cédula y visitó la Basílica del Milagroso y la otra en la iglesia del Divino Niño, en El Doncello, Caquetá, antes de posesionarse como concejal comunista.
Algunos de quienes lo acompañaron a Roma, en febrero del año 2000, cuentan que durante ese viaje mostró un lado desconocido, incluso para sus "camaradas". Él y su entonces mujer, Liliana López, alias Olga Marín, llegaron a un hotel de la zona moderna de la capital italiana el 14 de febrero acompañados por los también guerrilleros de las Farc Iván Ríos, Simón Trinidad, Joaquín Gómez, Fabián Ramírez y Felipe Rincón, y por la comisión del gobierno de Andrés Pastrana, en cabeza del Comisionado de Paz Víctor G. Ricardo, y de los dirigentes Fabio Valencia Cossio, Juan Gabriel Uribe, Luis Carlos Villegas, Ciro Ramírez y Carlos Martínez Simahan.
"El milagrito"
No creían que fueran a ser recibidos en la Santa Sede, pero quien logró el permiso del secretario de Estado del Vaticano, cardenal Ángelo Sodano, fue el embajador de Colombia Guillermo León Escobar, filólogo y teólogo muy cercano a los purpurados, quienes son sus alumnos en la Universidad Gregoriana de Roma. El Papa Juan Pablo II no iba a recibir a un grupo de marxistas-leninistas por más proceso de paz que estuvieran adelantando en Colombia; sin embargo, designó a monseñor Giorgio Lingua para que los atendiera y escuchara "porque somos pastores de justos y pecadores". Lingua era el encargado de los asuntos hispanos y había sido secretario de la Nunciatura en Bogotá.
El encuentro se produjo a las 6:30 de la tarde en la Domus Santa Marta, el edificio adjunto a la Basílica de San Pedro, donde se hospedan aislados los 120 cardenales de todo el mundo cuando son convocados al cónclave para elegir Sumo Pontífice. En uno de los sótanos los esperaba, con sotana negra y una franja roja en la cintura, monseñor Lingua, quien les comunicó que sólo iba a escucharlos y a entregarles unos presentes del Santo Padre.
Joaquín Gómez rompió el hielo diciéndole a Lingua que con ese apellido no podía creer que sólo lo hubieran mandado a oír. Tanto guerrilleros como voceros gubernamentales explicaron los detalles del proceso de paz y el porqué de la gira europea. Las exposiciones demoraron algo más de una hora. Raúl Reyes dijo que veía en el Vaticano una importante instancia de respaldo al proceso. "Queremos que el Santo Padre nos dé la bendición y que nos ilumine para llegar a una verdadera reconciliación". Luego el embajador Escobar les entregó a cada uno el rosario bendecido por Juan Pablo II junto a documentos del Vaticano sobre paz y propiedad de la tierra.
Ninguno de los guerrilleros rechazó el regalo. Raúl Reyes guardó su rosario en el bolsillo superior izquierdo del traje de paño, mientras Joaquín Gómez se lo colgó con actitud creyente y pidió que le regalaran otros dos: "Mi abuela y mi compañera son católicas y me meto en un lío si no les llevo uno". Monseñor Lingua se los dio y prometió enviarles en forma periódica los documentos de análisis del Vaticano sobre la realidad mundial. Ellos le dejaron la dirección de la casa de paz en San Vicente del Caguán.
Salieron a las 8:00 de la noche, tan felices que fueron a celebrar a una trattoría. Luego de comer y cantar tangos al ritmo del coro de Iván Ríos, Fabián Ramírez y Simón Trinidad, terminaron en el Café de Colombia donde brindaron con grappa, aguardiente de uva destilada. A las 2:00 a.m., de regreso al hotel, atravesando la barroca plaza Navona -la misma de donde en la antigua Roma salió el cortejo, con carruaje de leña incluido, que llevó a Giordano Bruno, símbolo de la libertad de pensamiento, para ser quemado en la plaza Campo dei Fiori-, Raúl Reyes le dijo al embajador Escobar: "Estamos en el año del jubileo y queremos entrar a la Basílica de San Pedro".
¿Un guerrillero hablando de jubileo y de entrar al recinto sagrado del catolicismo?
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